‘El Romelio Martínez’, inolvidable fortín de una pasión llamada Junior

El escenario fue inaugurado el 20 de diciembre de 1934 con el nombre de estadio Municipal.

Por Armando Del Gallego Gómez

Extraviadas en el tiempo, como esas mariposas amarillas que revoloteaban sobre la cabeza de Mauricio Babilonia, singular personaje que tuvo protagonismo fugaz en ‘Cien años de soledad’ –obra cumbre de Gabriel García Márquez-, están las viejas vivencias en el estadio de fútbol ‘Romelio Martínez’, cuando era la sede, genuino fortín, del equipo Junior, pasión incontrolable de los barranquilleros amantes del más popular de los deportes.

Era una fiesta asistir los domingos, cuando los partidos de la Liga Profesional Colombiana, se disputaban, en simultánea, desde las 3:30 de la tarde. También se realizaban cotejos nocturnos, entre semana, y la asistencia masiva del público era fija. ¡Qué tiempos aquellos los vividos en los alrededores de las calles 72 y 74 entre carreras 44 y 46! Una historia que merece ser recordada.

En el lejano 1932 se veía cómo Colombia iba creciendo a en el ámbito orbital, y cómo poco a poco se estaba exponiendo ante los ojos del mundo. Barranquilla no se quedaba atrás. Al párelo de la inauguración de la carretera de esta ciudad a Puerto Colombia, se empezaban a poner los primeros cimientos para la construcción de un escenario que albergara encuentros futbolísticos de alto nivel.

El espacio que acogió el escenario fue sobre unos terrenos, enmarcados en una extensión de 64,892 metros cuadrados que antiguamente pertenecieron al estadio Juana de Arco, destinado a la práctica del béisbol. Este escenario le pertenecía al hermano Pedro, uno de los fundadores del colegio Biffi La Salle. Pedro era uno de los principales promotores del béisbol en la ciudad, por lo cual uno de sus más anhelados sueños fue llevar el deporte de la pelota caliente a otro nivel, en la capital del departamento del Atlántico. Pero eso es historia aparte.

La construcción del ‘Romelio’ fue llevada por dos razones: el crecimiento de la afición por el fútbol, en Barranquilla, y también se aprovechó la excusa de la realización de los Juegos Atléticos Nacionales que tendrían como epicentro a ‘La Arenosa’. Es por esto que se decidió construir un estadio con una capacidad original de 10 mil espectadores, divididos en dos tribunas: Sol y Sombra, las cuales mantienen hasta hoy su techo de madera original, diseñado para salvaguardar al público del intenso sol porque en esa época era muy común ir a ver fútbol con saco y corbata, imitando la elegancia del talento que dejaban sobre el terreno de juego jugadores como José Nasazzi, futbolista uruguayo quien supo llevar al país charrúa a la gloria mundial.

El escenario fue inaugurado el 20 de diciembre de 1934 con el nombre de estadio Municipal.

En 1935, mientras crecía la tensión en Europa por una posible Segunda Guerra Mundial, se llevó a cabo el 26 de enero la inauguración de los Juegos Atléticos Nacionales, por el entonces presidente de Colombia Alfonso López Pumarejo. Solo participarían 10 delegaciones conformadas por los departamentos de Antioquia, Magdalena, Valle del Cauca, Cauca, Norte de Santander, Cundinamarca, Bolívar, Santander,  Caldas y el anfitrión, Atlántico. En competencia entraron 680 deportistas en 9 disciplinas.

El estadio constituyó la sede de los V Juegos Centroamericanos y del Caribe realizados en 1946. Y la fiesta fue redonda, pues Colombia se adjudicó el título en fútbol en forma invicta: ganó los 6 partidos que disputó. El director técnico fue el peruano José Arana Cruz y los integrantes del seleccionado nacional pertenecían al registro del Atlántico.

Una de las historias más interesantes sobre este anfiteatro es la del origen de su nombre: ‘Romelio Martínez’.

Y es que al igual que la tragedia que sucedió en Múnich, el 6 de febrero de 1958 a los jugadores del Manchester United, quienes se estrellaron en un avión en el aeropuerto de la ciudad alemana y se vio cómo murieron 23 personas entre futbolistas, periodistas, cuerpo técnico y personal aéreo, algo similar le pasó a Romelio Martínez, el personaje que inspiró el nombre.

Este talentoso mediocampista, quien jugó en el Sporting y en el Junior, logró convertirse campeón con la Selección Atlántico en los Juegos Atléticos Nacionales de 1932 y 1935.

Romelio Martínez falleció el 27 de febrero de 1947 en un accidente aéreo cuando viajaba a Bogotá a proveer insumos al equipo Junior, que se encontraba de gira por el interior del país.

El avión se estrelló en El Tablazo. Todos los pasajeros murieron, incluido el hijo de Romelio, que tenía su mismo nombre. Es por esto que, en homenaje a uno de los primeros campeones del Romelio Martínez e ídolo de las escuadras de los equipos de la ciudad, que por una iniciativa llevada por el periodista Chelo de Castro, en los años 60, decidió bautizarlo así, en homenaje al difunto futbolista, el famoso nombre del estadio que se ubica sobre la calle 72.

Y es que fue justo en esta época en donde el Junior volvió de una época de anonimato, que al igual como la democracia colombiana entre 1952 y 1976 desapareció por Gustavo Rojas Pinilla, el Partido Liberal y el Partido Conservador. El caso de Junior fue que desapareció en 1953 por problemas económicos y haber quedado en el antepenúltimo puesto del campeonato junto al Sporting Club y el Unión Magdalena con 15 puntos.

Pero el Junior reapareció en el año 1966, mismo año en donde se vivió en Wembley, Inglaterra una de las mejores finales de la historia de las Copa Mundiales de la FIFA entre Alemania y los anfitriones, en un apasionado partido en dos los locales ganaron 4-2 a los teutones con goles de Martin Peters y hat-trick del número 10, Geoff Hurst. Y un 21 de enero en una tarde soleada volvió el cuadro tiburón y nada más que en el Romelio Martínez, estadio que sería su casa por 20 otros años, en una tarde soleada en donde los Tiburones ganarían 5-1 a Millonarios con Paolo Cesar Lima, brasileño quien brillaría en el Botafogo de Brasil y con la selección de dicho país en el Mundial del 1970, al lado de estrellas como Pelé, Gerson, Clodoalo, Rivelino, Tosta, Jairzinho, entre otros.

Sin embargo, los momentos más memorables en el estadio Romelio Martínez están relacionados con la presencia de destacadas personalidades del fútbol a nivel mundial. El 14 de agosto de 1967, uno de los mejores futbolistas de esa época, el portugués Eusebio, quien había sido el máximo goleador en el Mundial de Inglaterra en 1966, pisó el césped del estadio. Eusebio llegó al estadio con la camiseta del Benfica y su equipo ganó 1-2 contra el Junior en un partido de una gira sudamericana. El equipo portugués se impuso con un gol de tiro libre del legendario jugador mozambiqueño, quien venció al reconocido portero local Efraín ‘Caimán’ Sánchez.

Un año después, el Romelio Martínez vivió un momento inusual con otra estrella internacional. Manoel dos Santos ‘Garrincha’ aceptó un contrato para jugar en el Junior, con un pago por partido de 600 dólares. Debutó con la camiseta rojiblanca el 25 de agosto de 1968 en una derrota por 2-3 ante Independiente Santa Fe. Sin embargo, Garrincha estaba profundamente enamorado de la cantante brasileña Elza Soares, quien decidió no acompañarlo a Barranquilla. Debido a esto, además de su dedicación a la bebida, abandonó el equipo y nunca volvió a jugar con ellos.

Es en ese periodo de la historia reciente de Barranquilla donde se concentran los recuerdos más vivos de este escenario deportivo. Fueron, aproximadamente, unos 20 años de máximo esplendor en el que fue testigo de los dos primeros campeonatos del Junior de Barranquilla, en 1977 y 1980, y su presencia en las Copas Libertadores de América de 1971, 1978, 1981 y 1984, así como sede de la selección Colombia para las Eliminatorias del Mundial de Inglaterra 1966, donde finalmente el país no logró clasificar al torneo que un año después daría a ese mismo país como campeón del mundo.

Ya en 1986, el mismo año en donde Diego Armando Maradona dejó atrás a 6 ingleses en el suelo del estadio Azteca bajo la luz del medio día para poner el 2-0 y el cual es el mejor gol de la historia de los mundiales para muchísimas personas, pero ese gol tiene una ligera relación con el Romelio Martinez. Y fue en ese mismo año que el astro argentino visitó a Barranquilla, al Metropolitano Roberto Meléndez 1 mes y 7 días antes de la majestuosa actuación del 10.

Y es que este estadio era la nueva casa del Junior de Barranquilla, por lo cual el elenco tiburón abandonó el Romelio Martínez, lo cual nos deja la siguiente duda, ¿qué pasó con el estadio que se ubica sobre la 72?

Luego, en los años 90, se convirtió en la sede de los deportes amateurs relacionados con el fútbol de la ciudad -también vio a los equipos juveniles de los campeones del Atlántico- y los eventos culturales de la Mascarada de Barranquilla, como el Festival de Orquestas.

Durante estos años se hicieron presentes importantes orquestas internacionales como El Gran Combo de Puerto Rico, La Verdad, Joe Arroyo, Checo Acosta y otras agrupaciones folclóricas del Caribe colombiano.

En sus últimos años de funcionamiento, sirvió como sede del Barranquilla FC, equipo de la división B de Colombia, que jugaba partidos de local. Además, desde 2010 sus instalaciones también están cedidas para albergar eventos culturales más que deportivos, como la Fiesta de la Cerveza, que se celebra los sábados y domingos de Carnaval.

El Romelio Martínez antes de recibir su remodelación más reciente – El Heraldo

Pero el Romelio Martinez no se quería quedar, al igual que la remodelación Estadio Moderno Julio Torres y el Estadio Elias Chegwin, el anfiteatro de fútbol fue remodelado en la pasada década alegando que el estadio no cumplió con la normativa aplicable en materia de organización de eventos deportivos y con el fin de desarrollarlo y agregarlo a las sedes deportivas reconocidas para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, se han restaurado gradas patrimoniales, estadios del estadio orientado precisamente de acuerdo con las recomendaciones de la FIFA, se ha previsto suficiente superficie para eventos deportivos y espacios públicos adyacentes al estadio ha sido renovado.

Finalmente, el 29 de octubre de 2016, sus instalaciones fueron cerradas para dar paso a las obras de remodelación de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018, que buscaba mantener, pero a la vez dar nuevos aires a lo que se considera el polideportivo con más historia de Barranquilla.