Kilómetro Sur: A toda velocidad hacia lo ignoto

Portada de Kilómetro Sur, de Marioantonio Rosa.

Por Carlos Canales

Kilómetro Sur de Marioantonio Rosa (Palabra Pórtico Ed, 2014).

Haciendo referencia al poeta mejicano Octavio Paz, ¿qué nombra la poesía de Kilómetro Sur? Dicho en otras palabras, de qué trata el libro Kilómetro Sur. ¿Puede describirse un libro de poesía, como los libros de narrativa y teatro? En realidad, ¿es más importante el asunto del libro, de aquello, lo innombrable, que expresa o comunica el escritor, lo inimaginable que trasciende las palabras y los discursos? ¿Qué puede descubrir o deducir el lector de un libro? Que posiblemente está diciendo más de lo que quiso decir el escritor, partiendo de esa premisa, dudosa, de que el escritor está consciente de lo que escribe, es decir, que expresa lo objetivo, lo que conoce, pero qué ocurre cuando los lectores perciben aquello que el autor no se propuso.

En este comentario crítico intentaré responder esas preguntas que me planteo, o por lo menos que me sirvan de guía para elaborar mis argumentos literarios. Kilómetro Sur, que es mucho más que un libro de poesía, conversa de manera referencial con las películas llamadas de carretera norteamericanas. Son innumerables las películas que se han realizado en diferentes épocas, reveladora de comportamientos inusuales, de estilo de vida que contrasta con la que conocemos, pero debo mencionar unas cuantas que me han impactado, Easy Rider (1969) dirigida por Dennis Hopper, como Wild at Heart (1990) y Lost Highway (1997) del emblemático director David Lynch, Thelma and Louise (1991) dirigida por Ripley Scott y Kalifornia (1993) dirigida por Dominic Sena. En las películas mencionadas los personajes van a acompañados, compartiendo aventuras, transgrediendo normas, lidiando con situaciones dramáticas y cruzando fronteras. En cambio, Kilómetro Sur es un recorrido huracanado de un solitario, un ser que va acompañado de su intimidad y de su soledad.

Kilometro Sur es un poemario escrito como si el poeta quisiera liberarse de la alimaña, como decía Neruda, una escritura en contra del reloj como decía Cortázar mostrando las ficciones de Edgar Allan Poe. Es un pálpito doble, la velocidad y la intensidad, una conjunción armoniosa, inseparable, un destape de una caja de Pandora, que corre acelerado hacia adelante en una carretera indefinida, en una competencia inexistente, el pie en el acelerador buscando rebasar el límite de velocidad del trayecto y enloquecer la aguja que marca la velocidad, las millas y los kilómetros, el poeta compuso los versos posesionado por una locura, se ha desdoblado en un esquizofrénico que no le surte efecto el medicamento, la terapia intensiva y ambulatoria ha sido un rotundo fracaso, la sucesión de imágenes constantes y sucesivas como la lluvia diluviana son un espejismo metafórico que devela imperceptible una circularidad que crea la ilusión de un escape con la intención de desprenderse de una experiencia latente que ha desordenado la psiquis en su propia esencia, en su enigma indescifrable, alterando el universo y provocando un caos.

Es un exorcismo en movimiento perpetuo que persigue una liberación de tormentos incesantes, busca desacelerar el corazón herido, calmarlo y darle sosiego, una tarea inútil, porque palpita a una velocidad que se combina con la del autor, pero lo impulsa la pasión desbordante que lo ha lanzado a los laberintos del desconsuelo, del desconcierto y de la desesperación. No es el poeta de Dante bajando a los infiernos, ni es Orfeo buscando a Eurídice. No es Ulises intentando regresar a Ítaca. No es Moisés subiendo al monte Sinaí.

El viaje presupone olvido, alivio, borrar la memoria, pero en este poemario, que es una concatenación y un encabalgamiento, una imbricación indisoluble, no son poemas aislados, escritos a ratos, de temas diversos y urgentes, el viaje es presencia de un final, penitencia, castigo, culpa, estancamiento y arrepentimiento. La carretera, construida para acortar la distancia, es la incertidumbre, la ruta hacia ninguna parte. La carretera es una línea recta que traspasa fronteras y puede ser muro de contención o terminar en el precipicio. El viajero conduce con los ojos cerrados, el instinto evita el accidente fatal. El viajero se encuentra en una caverna y la sombra le impide salir a la superficie y recibir la luz que podría sanar las heridas mortales del corazón. El viajero no distingue el día de la noche, el amanecer del atardecer. El viajero deambula en el eje de la tierra.

Marioantonio Rosa muestra las complicaciones de una existencia jalonada, se arraiga en el desgarramiento existencial del ser, se sumerge en el abismo de lo inexplorado, lo enfrenta con fuerzas poderosas internas y metafísicas, que no puede controlar, ni puede manejarlas tampoco, hurga en los mitos ancestrales, aquellos que quería representar Artaud en los escenarios, sin nada de artificios, nada de discursos enmascarados que exige la cultura y la sociedad. Esos mitos que dilucida Joseph Campbell en sus libros.

En Kilómetro Sur, los versos son viento cortante, desgarradura de la piel, marejadas intimidadoras, revelación de esa contradicción inherente, relámpagos de incertidumbres, son ecos de una poesía latinoamericana de vanguardia, los verbos y los adjetivos son confrontaciones con las estaciones del año, con los días de la semana, con el informe del tiempo, con el cielo y el universo, remiten a la leyenda, a tiempos remotos, a una naturaleza indómita, salvaje, a la agonía de los relojes de Dalí en el desierto, a un fin de mundo que duda y cuestiona el comienzo, a esa angustia que padecía Miguel de Unamuno, a esa nada aterradora que relataba descarnada y minuciosa Samuel Beckett.

Kilómetro Sur es un resquebrajamiento profundo.
Una escisión irreparable.

Norwich, CT, USA, octubre de 2023

Carlos Canales, Docente, narrador y dramaturgo puertorriqueño.