El musulmán ‘pesebre’ de Sar Agha Seyed
Respuesta a una necesidad de muchas afrontadas por la humanidad para su confort
Soledad, noviembre 27 de 2021.
El poblado musulmán chiita Sar Agha Seyed se ubica a 130 kilómetros de Shahrekord y a 45 kilómetros del condado Kuhrang, en Chaharmahal y la provincia de Bakhtiarien, en las encumbradas montañas del pico Haft-tanan de la cordillera zagros en el antiguo territorio de los persas conocido hoy como Irán.
Sar Agha Seyed se asemeja al pesebre de sala de un hogar humilde —clásico en esta temporada de fin de año—, anclado y abandonado en un recodo del tiempo y humedecido por el rocío de la soledad en una mañana invernal, pero sin sus figuras decorativas de pastores ebrios de felicidad, sin reyes magos que les traigan incienso, mirra y oro al Niño, sin luces de mil colores y titilantes, sin estuarios artificiales libres de contaminación, sin asnos lóbregos condenados a la carga de bienes insumos, sin ovejas descarriadas y al libre albedrío, sin estrella de Belén direccionando un norte que se perdió en el sur, en fin, sin el alma navideña de los fieles epígonos de Cristo el nazareno, pero, eso sí, a pesar de lo taciturno de su panorama, llenos de entusiasmos por la vida, con una potente fortaleza espiritual musulmana que los empuja sin tregua alguna a su diario trajinar de lucha por la conquista de su bienestar en la encantadora y salvaje cima de su territorio, en donde conviven en total hermandad con sus semejantes.
La mayoría de sus residentes son nómadas de la etnia Bakhtiari, dedicados a la artesanía, el pastoreo y la agricultura como medios de subsistencia en las tierras que heredaron del séptimo descendiente del Imán de los chiitas, Seyed Isa, de ahí la derivación de su nombre.
Para llegar Sar Agha Seyed se requiere de la pericia de los lugareños que son conocedores de su entorno de vida —no existe una ruta transportadora interna para llegar a ella, salvo el nimio transporte particular ofrecido por algunos de sus moradores vecinos— y que las condiciones climáticas lo permitan. Solo se puede llegar en épocas de verano, al final de la primavera y el principio del otoño. En invierno se presentan fuertes y complicadas nevadas que imposibilitan su acceso, por eso la mayoría de sus habitantes emigran a zonas más baja del conglomerado, para pernoctar, en otro sitio adecuado durante el resto de la estación climática que los desplaza temporalmente y que los aleja de futura complicaciones a su salud.
Es un viaje alucinante para quienes deseen visitarla. En su recorrido vial se tropezará con la cueva de hielo Chama, la cascada Shikh Ali Khan, la estación de esquí de Kuhrang, el túnel de Kuhrang y los nómadas bakhtiarianos. Una vez se ha llegado al lugar, las miradas del visitante serán para la Fuente de Sal, la Fuente de la Cueva, la Cascada de Astoona y los estanques de sal cercano al pueblo.
Este conglomerado de vida iraní ha diseñado, mantenido y conservado su maravilloso entorno habitable gracias a la sabiduría popular recibida de sus antepasados, con una arquitectura residencial que utiliza como materiales constructivos predominantes la piedra, el barro, la maleza, los troncos y ramales de árboles nativos del lugar que, en forma conjunta, configuran las estructuras portantes de sus viviendas edificadas en un suelo completamente escarpado y con un alto índice de sismicidad que, gracias a la benevolencia de las fuerzas del universo, no ha hecho mella a sus edificaciones precarias. Su intuición estructural para conservar el equilibrio de sus viviendas los llevó a crear un diseño escalonado con un total adosamiento entre ellas, que hace las veces de contrafuerte, apoyado en la superficie de la cima. Las cubiertas de las viviendas son utilizadas como vías de comunicación peatonal que enlaza a las demás viviendas, también como estancias nocturnas de relajación corporal o para festejos religiosos y bailes comunitarios. Igual son improvisadas como espacios públicos para los juegos de niños, jóvenes y adultos. A la vez sirven como desagües de las cubiertas de las viviendas, otras veces como jardines etc., evitando así el deslizamiento de la tierra que echaría por el suelo todos sus proyectos de vida.
Sar Agha Seyed, es otro estilo de vida de las variadas formas existentes en la superficie de la tierra. Es una respuesta a una necesidad de las muchas que ha afrontado la humanidad para su confort, otra cosmología de relación y diálogo del hombre con su entorno. En pocas palabras, una expresión cultural de muchísimo valor dentro de las huellas dejadas por el hombre en su caminar cansino sobre el planeta.
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